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las reivindicaciones sino
en una postura más propositiva y técnica”, expresó la referente.
Una de las líneas de investigación fue el futuro
de la división de trabajo
entre hombres y mujeres.
Según Antúnez, la finalidad del trabajo no solo es
la obtención de los datos
que confirman que la violencia hacia las mujeres
se da en espacios laborales, sindicales y hogareños sino también “la visibilización de las situaciones”. Fue así como
“Violencia y desigualdad
de género en el trabajo”,
fue un documento presentado a fines de agosto
que consistió en varios
capítulos.
Estos intentaban advertir
cómo se configuraban algunos roles de género en
los diferentes espacios laborales, para ello las preguntas apuntaron a la obtención de datos sobre
acoso, participación de
los espacios sindicales y
situaciones de violencias
vividas. Las preguntas requieren en algunos casos
la descripción de las situaciones. “Algunas preguntas fueron cerradas y
otras abiertas. A las compañeras a priori les costaba una encuesta con temas delicados y por lo
tanto no fue fácil la realización de la muestra.
Incluso, muchas tuvieron
que procesar lo que vivieron después de escribirlo”, puntualizó Antúnez.
El ámbito laboral
Uno de los datos más
desconcertantes para las
mujeres en el ámbito laboral es que un tres por
ciento de las encuestadas
sostuvo que las situaciones de violencia también
se dieron por parte de los
subordinados. “Pese a ser
capataces de obra, jefas o
encargadas las mujeres
sufrieron varios tipos de
violencia por parte de los
encuestados”.
“La naturalización de la
violencia y los roles de
género están tan preestablecidos que aún siendo
un subordinado el hombre se siente capaz de
poder ejercer violencia
sobre una mujer superior
ya sea una jefa como una
capataza o tenga un cargo con rango. La mayor
cantidad de situaciones
de violencia en el ámbito
laboral es por parte de
compañeros o subordinados”, lamentó Antúnez.
Uno de los aspectos que
reveló la encuesta indica
que las trabajadoras de la
industria que fueron acosadas en un 48 por ciento
tuvo a su jefe como acosador, en el 39 por ciento
de los casos fue un com-
pañero de tareas y el 6
por ciento de los casos
fue un subordinado. En
otros ámbitos laborales,
la cifra asciende al 60 por
ciento de casos de acoso
por parte de un jefe, 28
por ciento de compañeros y 9 por ciento de subordinados.
La dificultad de organizarse
“Desde
la
creación
Coordinadora
de
Sindicatos Industriales
(CSI), algo que sucedió
el año pasado, las mujeres trabajadoras de la
industria son más visibilizadas. En primer lugar
por la creación de una
comisión de género,
proceso encabezado por
el sindicato de la Aguja y
la industria textil, en específico, Flor de Liz. Esto
brindó el antecedente
como para que las mujeres de la industria del
metal, la mecánica y alimentos brindaran su
perspectiva”, aseguró
Antúnez.
Pese a esta base firme y
libre “de fragmentaciones”, en los sindicatos
de la industria ocurre
que muchos espacios
pese a estar “feminizados”, la representación
sindical continúa en manos de varones. “Sucede,
por ejemplo, en la industria del plástico. La
mayoría de los trabajadores son mujeres, sin
embargo no cuentan
con representación en
el sindicato metalúrgico”, ejemplifica.
“Esto se debe al tiempo
que las mujeres invierten en los cuidados y
tareas del hogar”, indicó
la referente, para luego
agregar que “los espacios públicos y de representación sindical continúan siendo espacios
masculinizados, un factor puede ser la falta de
tiempo que las mujeres
tienen para gestionar
tareas por fuera del hogar y el trabajo en sí”.
Los deberes que quedan
El muestreo de la situación de la mujer en la industria es apenas la punta del iceberg. “Funciona
como visualización, como
forma de fijar un antecedente pero se debe continuar”, indicó Antunez,
para luego advertir que
“las cláusulas sobre género en la Organización
Internacional de Trabajo
son aún desconocidas
por las mujeres. Incluso
desde esta organización
internacional se convino
comenzar a realizar auditorías”.
Estas cláusulas atañen a
otros derechos por fuera
de los conocidos que son
“la licencia maternal o el
día por la mamografía”,
como es la responsabilidad empresarial de situaciones de acoso o el
implementar un área de
género dentro de los
sindicatos y empresas,
que aún no han sido implementados.
“Esta encuesta nos brindó una muestra de lo
que ocurre. Pero hay
que continuar sobre
otros asuntos como es
el implementar un protocolo para situaciones
de violencia de género,
cómo hay que abordarla
en diferentes ámbitos,
así como se debe ahondar en la responsabilidad estatal sobre lo que
nos pasa y en la responsabilidad empresarial
para generar políticas
que actúen a favor de la
prevención”, enumeró la
referente del proyecto.
Las víctimas de violencia
de género en ámbitos
laborales aseguraron en
un 50 por ciento que las
comisiones especializadas que brindan apoyo
a las víctimas son “las
que conllevan prácticas
que se deben implementar”. “Es que las compañeras necesitan sentirse contenidas y deberían existir ya protocolos de actuación ante
estas problemáticas”,
concluyó.