Microcuentos 2021 - Flipbook - Página 14
Daniel F. Pérez Morales
Levántate
¡Levántate! me gritó despacio. Yo, como siempre, hice caso omiso a aquella
orden, y pronuncié hacia adentro el viejo y convincente consuelo
autocomplaciente; tranquilo, aún es temprano para estar de pie. Seguiré
durmiendo otro rato para aprovechar al máximo el poco tiempo que me
queda para descansar. ¡Levántate!, volvió a gritar, y junto con su grito, yo
volvía a despertar … Sería mejor y más fácil soñar que me despierto en otro
sueño, pero no, era cierto, otra vez oía la violenta melodía del reloj, que
gritándome decía: son más de las ocho, y tú, aún no enciendes el motor. Me
senté en la cama y me di cuenta de que ya habían pasado cinco horas desde
el primer alarido. No puede ser (pensé), debo estar soñando, ¿Cómo puede
ser que en tan solo dos segundos se me haya pasado toda la mañana? No,
debo estar soñando. Ya sé, me volveré a dormir y despertaré de nuevo de
este sueño, pero ahora de verdad, como en la película esa que vi anoche, “El
Origen” creo se llamaba. Entonces, acurrucándome en la almohada, comencé
a soltarme muy despacio, mientras caminaba por un túnel que invitaba a
despojarme de toda conciencia temporal/espacial, de toda energía matutina.
¿Puede ser que el tiempo, realmente, no exista?, sospechaba, mientras caía.
Cuando no menos gigante que el anterior, un clamor horripilante pude oír, y
no tanto en su forma, sino más bien en su fondo, y para mi desdicha, en mi
porvenir. Era mucha gente, demasiada, me miraban y decían: “Ya está
muerto”, otros más esperanzados: “no, esperen, aún respira”, mientras daba
vueltas la cabeza esperando a que todo aquello fuese una mentira, otro
sueño, de otra noche, de algún día. Ya han pasado siete años desde que
llegué hasta aquí, y no sé si estoy durmiendo o ya estoy muerto, lo último que
recuerdo fue una luz, una sirena, y al doctor de la ambulancia que le decía al
policía: “Si se salva, estará vegetativo de por vida”