Microcuentos 2021 - Flipbook - Página 16
Sebastián Pantoja Marín
Pasajero en trance
Eran las 7 de la mañana de un día lunes, impaciente en la plataforma de la
estación, Juan se aprestaba a abordar el tren como todos los días para llegar a su
trabajo en el centro de la ciudad. Los archivos y papeles de trabajo no
abandonaban su cabeza. Ni bien tocó con ambos pies la superficie del vagón,
comenzó a revisar en su celular correos y órdenes de trabajo para su día laboral,
el que aún no daba comienzo oficial. Intentó escuchar un poco de su música
favorita para amenizar el trayecto, sin embargo, a los 30 segundos de
reproducción, recordó una presentación que debía exponer al mediodía, con lo
cual decidió apagar la música y se inclinó por darle un repaso a las diapositivas.
En su oficina, cumplió a cabalidad con sus funciones dentro de su jornada
laboral, de manera muy prolija y destacada. Sin perjuicio de lo anterior, solo se
tomó 15 minutos para almorzar, comida que ingirió de manera excesivamente
rápida y casi de manera inercial, el resto de su tiempo de colación lo usó para
planificar sus actividades laborales del resto de la semana. Ensimismado frente
al computador, recién media hora después del fin de su jornada se dio cuenta
que ya hora de irse. Satisfecho por haber cumplido un día laboral más, se dirigió
a la estación de ferrocarriles, abordó su tren de siempre y emprendió rumbo a
su hogar. Apenas encontró acomodo en el atestado tren, sacó su celular y
comenzó a hacer un check-list de su agenda semanal. Se angustió un tanto al
percatarse que había cumplido 5 de 10 tareas, sin recordar que aún tenía tiempo
desde el martes hasta el viernes de esa semana para completar las restantes.
Ya en su hogar, siendo las 00:00 a.m., apagó su notebook luego de revisar un
último correo de trabajo y procedió a acostarse para dormir. En su último hálito
de consciencia antes de caer en los brazos de Morfeo, recordó que el día que
acababa de terminar, era la fecha de cumpleaños de su padrino, quien era muy
cercano. De sopetón se levantó y envió un saludo mediante WhatsApp a su ser
querido.
El buen Juan amaneció al día siguiente con un talante diferente, se tomó tiempo
para desayunar y leer las noticias deportivas. Luego, ya en el tren que lo
transportaría hacia su trabajo, comenzó a contemplar y admirar como nunca por
la ventana los parajes de todos los días, le llamó la atención una alta palmera de
la que nunca se había percatado…
¡ah!, y acompañó el trayecto con la música de Ráfaga,
su banda musical favorita.