Microcuentos 2021 - Flipbook - Página 21
María Fernanda Rojas Tobar
Compasión
El olor a perejil o cilantro entra por mis fosas nasales, coqueteo a lo lejos con
el casero de las paltas, mi interior baila al son del artista callejero.
Camino lento y tranquila, la sombra de los árboles me da frescor, mi mente
divaga y mi sombra me sigue.
Lo lúgubre de mi hogar irrumpe en mi conciencia luminosa. Ser vieja es bailar
con la ingratitud.
Aló hija! ¿Cómo estás? ¿Cómo están los niños?
Mamá… sabes que están bien
la que se escucha es Mariana? ¡Me quiere saludar!
Mamá, te llamo corto y preciso, el lunes te paso a buscar, ¿viste lo del
virus?
Sí
Ya, me tendrás que cuidar a los niños, así que prepara tus cosas y te
vienes para acá, ¿te tinca?
emmm
nos vemos el lunes!
Intento ser positiva y pensar en mis nietos, llegó el lunes y mis bultos tienen
más privilegios que yo en el auto.
La pieza bodega me recibe entre polvo que brilla con la luz del sol de la
ventana, el cobertor y las sábanas son de plástico, no cómo las que tengo en
la casa… pero bueno.
Ordeno con el olor a comida sabrosa, con la motivación de que queda poco
para sentarse a la mesa… pasa el reloj y se hace tarde.
hija, ¿a qué hora almorzamos?
no sé, nosotros ya comimos, que te cocinaras tu?
Observo cómo rota la empanada de marisco congelada… escucho a lo lejos la
discusión de una pareja rota, el grito de los monos de la tablet, el llanto de la
guagua del vecino y un maullido de una gata asumida a su vida miserable en
la pieza de la lavadora.
Me mira con compasión.