Inmersion Mesias - Flipbook - Página 443
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J u an
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Él estaba solo en ese momento porque sus discípulos habían ido a la
aldea a comprar algo para comer.
La mujer se sorprendió, ya que los judíos rechazan todo trato con los
samaritanos. Entonces le dijo a Jesús:
—Usted es judío, y yo soy una mujer samaritana. ¿Por qué me pide agua
para beber?
Jesús contestó:
—Si tan solo supieras el regalo que D
ios tiene para ti y con quién estás
hablando, tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva.
—Pero señor, usted no tiene ni una soga ni un balde —le dijo ella—,
y este pozo es muy profundo. ¿De dónde va a sacar esa agua viva? Ade
más, ¿se cree usted superior a nuestro antepasado Jacob, quien nos dio
este pozo? ¿Cómo puede usted ofrecer mejor agua que la que disfrutaron
él, sus hijos y sus animales?
Jesús contestó:
—Cualquiera que beba de esta agua pronto volverá a tener sed, pero
todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua
se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les
da vida eterna.
—Por favor, señor —le dijo la mujer—, ¡deme de esa agua! Así nunca
más volveré a tener sed y no tendré que venir aquí a sacar agua.
Jesús le dijo:
—Ve y trae a tu esposo.
—No tengo esposo —respondió la mujer.
—Es cierto —dijo J esús—. No tienes esposo porque has tenido cinco
esposos y ni siquiera estás casada con el hombre con el que ahora vives.
¡Ciertamente dijiste la verdad!
—Señor —dijo la mujer—, seguro que usted es profeta. Así que dígame,
¿por qué ustedes, los judíos, insisten en que Jerusalén es el único lugar
donde se debe adorar, mientras que nosotros, los samaritanos, afirmamos
que es aquí, en el monte Gerizim, donde adoraron nuestros antepasados?
Jesús le contestó:
—Créeme, querida mujer, que se acerca el tiempo en que no tendrá
importancia si se adora al Padre en este monte o en Jerusalén. Ustedes, los
samaritanos, saben muy poco acerca de aquel a quien adoran, mientras
que nosotros, los judíos, conocemos bien a quien adoramos, porque la sal
vación viene por medio de los judíos. Pero se acerca el tiempo —de hecho,
ya ha llegado— cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en
espíritu y en verdad. El P
adre busca personas que lo adoren de esa manera.
Pues Dios es Espíritu, por eso todos los que lo adoran deben hacerlo en
espíritu y en verdad.
La mujer dijo:
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